
Desde adentro: así es la toma de la tosquera en González Catán en la que ayer se desató una feroz balacera
Llegar a La Tosquera “20 de Junio”, el barrio conformado en tierras usurpadas en González Catán ...
Llegar a La Tosquera “20 de Junio”, el barrio conformado en tierras usurpadas en González Catán donde ayer mataron a cinco jóvenes, partido de La Matanza es una odisea en sí mismo. El viaje toma entre una hora y una hora y media desde el centro desde la Ciudad de Buenos Aires. Para llegar, se debe entrar a La Matanza por la Ruta 4 en Ciudad Evita, donde implica empezar a ver murales, puntadas, afiches y carteles con la figura o referencia a Juan Domingo y a María Eva por doquier como si fuesen dioses.
Cuando se llega al corazón de González Catán, luego de transitar la ruta provincial 21, se hacen aproximadamente diez cuadras desde la estación de tren del Belgrano Sur hacia el noroeste y unas diez cuadras más, de camino de tierra y escombros hasta el inicio de La Tosquera, que se evidencia porque hay casetas precarias en una cantera/cava de tosca. Un hombre en carreta de tracción a sangre anuncia la venta de fruta y verdura con un megáfono a los vecinos. Hay casetas que están nivel con el resto del barrio y hay otras que están a 10 o 15 metros de profundidad. Todas hechas con maderas, chapas y las más desarrolladas, de ladrillo hueco expuesto.
A las 11.30, cuando llegó LA NACION, circulan mayormente mujeres que regresan de la estación con sus mochilas o con compras. Dos de ellas, de origen boliviano, cargan bolsas con bananas y naranjas: “Acá vivimos con miedo constante a los paraguayos, las extorsiones son permanentes” dijeron la mujer de 34 años que trabaja haciendo “limpieza y otras changas” en la capital. Todos se mueven a pie, salvo los pocos que tienen auto. No hay transporte público de ningún tipo. El agua es de pozo y hay un tendido eléctrico precario.
El ingreso a La Tosquera se da por un camino sinuoso con posos que lo hacen prácticamente intransitable y con montículos de tierra y escombros que obligan a los zigzags. “Es tierra de relleno para nivelar el terreno”, reconoció un vecino boliviano residente. Hay poca gente afuera, ya que el termómetro marca 30 grados y corre una brisa suave pero de aire cálido.
Tras atravesar la primera sección del precario barrio se llega a las vías de tren del Belgrano Sur que corta el vecindario en dos. Cruzarlo en auto implica un desvío de un kilómetro para buscar el paso a nivel y retomar la misma distancia. La traza del tren marca el punto más alto del sector -excluyendo el basural del CEAMSE cuya colina del relleno sanitario al sudeste sobresale con topadoras trabajando removiendo basura y tierra.
La vista desde las vías a ambos lados es el de pobreza extrema, las casetas precarias se multiplican en un paisaje marrón claro. Hay varios puntos donde se quemaron pastizales y malezas para preparar los “lotes” y el olor a quemado es la constante. Y muchos otros donde vecinos queman basura. Los letreros informales pintados con aerosol con la consigna “se vende” están por todos lados.
Hacia el sudoeste, cruzando la vía del tren, se encuentra el barrio más reciente de La Tosquera, lo que podría denominarse Tosquera II, que no tiene más de un año de antigüedad y es donde se dio la batalla campal. Desde lejos el paisaje no es muy distinto al de un barrio privado en construcción en los humedales de Tigre o Escobar contra el Río Luján. Hay una laguna de como 400 por 300 metros hecha de la cantera cuando se “pinchó” la napa, a como 30 metros de profundidad. A la derecha se ve un largo camino de tierra que la bordea, con un acantilado de 10 metros hasta el agua, con casetas construidas o a medio construir a la derecha y detrás de la misma.
Cuando se baja desde la traza ferroviaria unos 20 metros se ven lotes de 20 metros por 30 divididos con sogas, cercos de madera, alambrados. “Los lotes con vista a la laguna son los más caros” reconoce un vecino. Hay una parte con tendido eléctrico precario y no mucho más. No hay sombra salvo el que brindan las construcciones, prácticamente no hay árboles ni arbustos. Tampoco hay comedor, presencia policial, comisaría, escuela o centro médico.
El loteo de una plaza, el disparadorEl loteo de una plaza para la venta fue el detonante de la discusión vecinal en la que tres hombres efectuaron más de 40 disparos en un predio de tierras tomadas en la localidad bonaerense de González Catán, donde murieron cinco personas y ocho resultaron heridas. Todo comenzó ayer cerca de las 15.30, en inmediaciones de la tosquera cercana al cruce de Debussy y Vega, de González Catán, partido de La Matanza.
Según especificaron las fuentes, allí se llevaba adelante una reunión barrial de la que participaban integrantes de la comunidad boliviana y algunos peruanos asentados en forma irregular en esos terrenos con los llamados “delegados” de la zona, de nacionalidad paraguaya, quienes al parecer les habían vendido esas tierras tomadas a unas 500 familias.
Siempre de acuerdo a lo determinado por el momento por los pesquisas, en esa reunión se produjo una discusión por dinero entre los habitantes del barrio y los “delegados”, en medio de la cual se empezaron a amenazar.
“Estaban los delegados en la reunión en la que se hablaba sobre la venta de un espacio público, más precisamente de una plaza. Allí comenzó la discusión”, explicó un investigador.
Al parecer, en el grupo había tres personas de nacionalidad paraguaya armadas que, cuando la discusión subió de tono, comenzaron primero a disparar al aire y luego contra las personas del barrio que fueron hacia ellos para rodearlos.
“La gente comenzó a correr a estos tres hombres, tirándoles piedras y palos, hasta que en a unos 300 metros lograron darse vuelta y les dispararon”, señaló la fuente.
Un vocero policial indicó que los atacantes efectuaron al menos 40 disparos con pistolas calibre 9 milímetro, por lo que posteriormente, los peritos que trabajaron en la zona, pudieron recoger algunas vainas servidas a pesar de que el terreno es de grandes dimensiones y con vegetación.
Luego de efectuar los disparos, los agresores comenzaron a ir hacia la vera del río y, al verse rodeados por los vecinos, escaparon.